Camino a y pasando por Huatulco

Tenía grandes expectativas de visitar las Bahías de Huatulco. Ese lugar elusivo que quedaba marcado como los pocos lugares que me faltaban por visitar en México. Por azares del destino nunca había llegado a estas Bahías que prometía belleza sin igual.

Deje el hostal Casa de Angel después de un delicioso desayuno y hice una parada en Wal-Mart. Deliberé esta parada a lo largo de la serie de semáforos que como peones de ajedrez intentan demorar tu salida de la ciudad de Oaxaca. Es una larga despedida que invita a todo tipo de sentimientos dejando esa increíble ciudad. Y a la vez odias el esmog bochornoso de los camiones la pésima costumbre de los Oaxaqueños por usar el claxon como si fuera trompeta de Mariachi y el espantoso tráfico de la ciudad en general.

Mis audífonos habían quedado destruidos en Guerrero. Había comprado unos en un Oxxo que me duraron un día y se acomodaban terriblemente en los oídos. Los audífonos en una “naked bike” sirven el doble propósito de tapones para disminuir los decibeles del aire tronando en los oídos y un complemento sonoro a los paisajes y el rugido y tararear del motor

Después de la muy cruda y tortuosa experiencia de llegar a Oaxaca vía la sierra cruzando vía Mahuatlan – les recomiendo esta carretera pero nunca en temporada de lluvias o con frío – decidí abordar la costa Oaxaqueña via el Istmo de Tehuantepec. Es el doble de kilómetros pero es de las carreteras más disfrutables en motocicleta.

Muchas memorias por ese camino que había transversado como parte de un trío de aventureros apenas meses atrás. Me detuve en la misma parada de WC donde Tavo en una mala decisión, opto por agarrar la motocicleta por el escape derritiendose la palma de la mano. Y la gasolinera donde hacíamos estiramientos de yoga y nos arrancábamos la chamarra después del largo trayecto.

El día increíble se torno gris y amenazante dando la vuelta a la derecha en Salina Cruz para subir a Huatulco. A pesar de que sabía que me tenía que detener a acomodarme el paliacate en la cara y prepararme para el torrencial lo deje venir y las gotas eran como agujas en la cara. Con una mano cubriendome la boca y la otra en el acelerador llegue a buscar refugio bajo un puente a atarme el cubre bocas y agarrar valor. Llovía cómo nunca antes – unas gotas enormes que caían con fuerza y creaban una cortina similar a cuando hay neblina que no permite ver muy lejos. En lo que me preparaba pasaron camino de regreso cinco BMWs con los reconocibles astronautas montando las motos de 800 y 1200 centímetros cúbicos. Seguro estaban secos esos jijos. ¡Pero donde esta la diversión en eso! ¡Dónde!

Así como parecía que nunca iba a llegar el fin de esa nube gris y la lluvia tempestuosa – paso y el cielo se despejo. Es increíble cómo siempre sales de esas tormentas. Y comienza los kilómetros que lentamente te van secando.

La carretera a Huatulco es muy disfrutable. Serpentea entre bahías y tiene unas espectaculares vistas. Después se mete tierra adentro y pasas una decena de señales a diferentes Haciendas Cafetaleras. Mi plan era – quedándome en Huatulco un par de días – regresar a estas plantaciones.

Por fin después de mucho tiempo llegue a la desviación a Huatulco. La carretera se dividió en dos con una jardinera de pasto y muchos arboles. Por más que había hecho un esfuerzo de buscar un hotel en el cibernet no había encontrado muchas opciones y al final opte por llegar y explorar el lugar.

Pasas lo que parece un centro pero es donde se encuentra el Camino Real, el Barcelo, Las Brisas y así y no hay mucho más. Más adelante llegas a la marina de la Bahía de Santa Cruz. Es aquí donde se encuentran los hoteles “accesibles” – pero todos se encuentran sobre el boulevard muchos de ellos con albercas que dan a la calle. Caminando de cualquiera de estos lugares llegas a la marina con sus restaurantes y su muelle capaz de atracar un crucero.

Me pare para decidir que hacer y en eso se detuvo un coche y el conductor a instrucción de su pareja me pregunto que si sabía donde estaban las 7 bahías. Justamente me estaba preguntando lo mismo. Pare en dos hoteles y ambos me dijeron que realmente fuera de los “grandes” que habían privatizado un par de bahías había pocas cosas con vista al mar y que de cualquier manera había que procurar transporte a alguna playa donde pasar el día.

Me quede un poco confundido. Mis expectativas de lo que debió ser un lugar en la playa no iban con lo que habían hecho de este lugar. Era demasiado grande e industrializado – con un Wal-Mart, Costco y Cinemex para su tamaño y su geografía. Parece que la “Experiencia Huatulco” es mediante un all-inclusive dificultando a propósito la visita por otro medio. Un experimento raro producto de la globalización – o algo así.

Eran las 4 de la tarde y tenía que tomar una decisión. Con tres horas y media de luz me encontraba a 60 kilometros de Zipolite. ¿Me saltaba Huatulco por completo? ¿Iba a mantener su carácter elusivo este lugar de supuesto encanto? Parece que sí. Ya habrá otra ocasión y seguire las reglas del lugar y reservaré en un Barcelo o similar. ¿También se vale un VTP de vez en cuando no?

Hora y media después de un ataque agresivo a la carretera 200 y estaba llegando al soñoliento y lindo pueblito de Zipolite. Esto es mucho mejor.