Día 14 : De Caye Caulker, Belice a Bacalar, México

Hoy es el último día del año. Y un poco más de la mitad del viaje. Y hoy regresamos al lado mexicano.

Salimos de Ignacio’s Beach Cabins a las 9.00 am para ir a desayunar a Amor y Café. Un lugar que cuando desayunas ahí, hasta te dan ganas de mudarte a la playa y poner uno así.

El barquito salía a las 10.30 am. Pero la verdad es que hubiéramos planeado para salir antes. El plan del día estaba muy apretado y cualquier cosa fuera de nuestras manos podría retrasarlo. Y así fue.

Llegamos a Belize City a tiempo, pero los del Black Orchid no habían visto nuestro email y no habían mandado aún a nadie a recogernos, así que tuvimos que esperar casi 1 hora.

Lo bueno es que -otra vez- la gente nos ayuda. Un taxista nos ofreció su teléfono celular para llamar a los de Black Orchid. Y no nos cobró, ni nada.

Llegamos al Black Orchid y nos habían guardado muy bien las motos. Tampoco nos cobraron por ello. Las cargamos y salimos hacia Corozal, que es dónde está la frontera. Serán unos 140 kilómetros hasta ahí y un poco más de 1 hora de camino, entre huyendo de las nubes con lluvia y creo que yo venía pensando en otra cosa porque no recuerdo nada del paisaje de este camino.

Qué bueno que la frontera de Belice no se parece en nada a la de Guatemala. En 20 minutos ya estábamos afuera. Nadie cuestionó nada. Todo bien. Y llegando al lado mexicano, al pasar el semáforo de ‘Nada que declarar’ entramos directo a la carretera y hasta se nos pasó sellar el pasaporte.

Ya dejamos Belice. Y junto con Belice, los caminos sin indicaciones en donde había que pararse a cada rato a checar el GPS. También dejamos atrás el lugar que más recordaré de los que conocí desde que salimos de El Ceibo, Tabasco, el 23 de diciembre.

Para cruzar a México hay que cruzar la zona libre de impuestos del lado beliceño, con casinos incluidos, y luego pasar por una zona con kilómetros de muros y alambrado electrificado antes de llegar a la aduana mexicana. Parece la frontera con Estados Unidos.

Y llegar a México se tradujo en andar en las autopistas de Quintana Roo, perfectamente pavimentadas y con señalamientos cada 100 metros que hasta nos parecían abrumadores después de Belice. Y así nos fuimos a Bacalar, que está a menos de 1 hora desde la frontera.

Los demás ya esperaban en el hotel desde la mañana y para ese momento, ya nos urgía llegar. Eran casi las 5 de la tarde.

Llegamos a Bacalar y a pesar de los miles de señalamientos, dimos una vuelta equivocada en donde nos encontramos un camino sin pavimentar. Y pensé, después de los caminos complicados de los últimos días, estos no son nada. Pero, irónicamente, mientras tratábamos de pasar una zona con lodo a 5 km/h, se nos resbalaron las dos motos. Y hasta rayé un poquito la moto de Charly. Llegando a México la llevaré a componer. Ni modo.

Lo bueno es que íbamos tan lento que sólo quedó en eso. Lo otro bueno es que llegamos al hotel un ratito después. Y ya vimos a todos. Nos ha caído perfecto tener este break en el viaje. Justo a tiempo.

Es mi primera vez en Bacalar. Otra vista increíble de un nuevo lugar. El viaje ha estado lleno de esas imágenes. Qué bueno.

Y el hotel es completamente diferente a los que hemos conocido. Está bueeeno. Se llama Kuuch K’aanil (www.kuuchkaanil.com). Son unas cabañas ecológicas, construidas de madera, perfectamente ordenadas frente al lago. No tienen cerraduras ni llaves, el baño está al aire libre, la regadera es más bien una pequeña cascada y tienen una letrina con instrucciones para usarla. Nos hemos puesto muy sofisticados.

La comida del restaurant también está muy buena y hoy que es 31 de diciembre cenamos aquí todos juntos. Cochinita pibil y un vino blanco. Y tequila. Y aún quedaba mezcal desde Oaxaca. Ya nos hacia falta algo así.

Mañana nos quedamos en Bacalar.

– Tavo

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